Las explotaciones mineras son un recurso más para la identidad paisajística cultural, turística e identitaria del territorio tras su restauración o transformación.
“Una consecuencia de las decisiones políticas y en materia de minería y medioambiente”, es la definición de Paisaje, de Miguel Villalobos, de Nubia Consultores, durante su ponencia “Paisaje, Infraestructuras y actividades extractivas”, durante el IV Coloquio AlVelAl “Paisaje, Agricultura e Identidad Territorial”, celebrado en Purchena. Una intervención en la que Villalobos ha realizado una radiografía sobre las explotaciones en Andalucía.
El último perfil de las explotaciones en Andalucía, de 2013, muestra un retroceso en el volumen de producción, 14,10% menos de los puestos de trabajo existentes en 2007; pero un incremento del 78,55% de valor de la producción minera en 2012.
Andalucía
Si hablamos de actividades extractivas, Andalucía cuenta con un importante número de peculiaridades. Por un lado, el territorio andaluz se encuentra sobre una enorme y potencial cantera de áridos; por otro, Andalucía aporta la mayor superficie de la Red Natura 2000 de Europa en España, con 2.500.000 hectáreas.
Circunstancias que hacen que haya un importante porcentaje de superficie con prohibiciones y restricciones para la explotación minera. Un total de 42,85% del territorio andaluz protegido a través de los Planes de Ordenación del Territorio de Ámbito Subregional, los Planes Especiales de Protección del Medio Físico a escala Provincial, el Plan de Ordenación del Territorio Andaluz, incluidos en el Catálogo de Espacios y Bienes Protegidos de los Planes Especiales de Protección del Medio Físico de Ámbito Provincial entre los recursos que componen del Sistema del Patrimonio Territorial de Andalucía; y los Planes de Ordenación de Recursos Naturales.
Almería
En el caso de la provincia de Almería, hablamos de uno de los distritos mineros históricos del S. XIX en materia de exportación de plomo y hierro. Hace 25 años había más de 200 explotaciones con un extraordinario potencial. Explotaciones que suponen un importante patrimonio arqueológico industrial, pues en la actualidad solamente hay una explotación minera activa en la sierra almeriense, dedicada a la extracción de micorrizas de mármol.
Autorización Ambiental Unificada
Áreas protegidas frente a la actividad minera en un momento de renovación de canteras que, tras 30 años, finalizan un ciclo.
Para el 57,15% del territorio andaluz que no tiene estas restricciones, las explotaciones mineras deben contar con la Autorización Ambiental Unificada.
Reflejada en la ley de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental, esta autorización pretende prevenir, evitar o reducir en origen la producción de residuos, las emisiones a la atmósfera, al agua o al suelo; a través de una evaluación global de las incidencias ambientales.
Una autorización a la que se encuentran sometidas tanto las nuevas explotaciones como la renovación de la concesión de las ya existentes. Y para lo que las entidades tienen que presentar una serie de documentos tanto en el ámbito minero como ambiental; que recogen un proyecto general de explotación con un horizonte de 30 años como máximo, un Plan de Restauración del Paisaje, un Estudio de Impacto Ambiental; así como otra documentación ambiental complementaria.
El Estudio de Impacto Ambiental contendrá la descripción del proyecto y sus acciones, un examen de alternativas viables y una presentación de la solución razonada, un inventario ambiental y descripción de las interacciones ecológicas, incluyendo el ser humano, flora y fauna, suelo, agua, aire, factores climáticos, bienes materiales, patrimonio cultural, paisaje; y la interacción entre todos estos. La identificación y valoración de impacto en las distintas alternativas, una propuesta de medidas protectoras y correctoras, un programa de vigilancia ambiental y un documento de síntesis.
Un estudio que condiciona todo el proyecto de explotación y dentro del cual, uno de los aspectos que más peso tiene es la propuesta de restauración del espacio.
Por su parte, el Plan de Restauración del Paisaje es un plan de restauración que debe contener una descripción detallada del entorno previsto para el desarrollo de la labor minera, medidas para la rehabilitación del espacio natural afectado por la actividad, medidas para la rehabilitación de los servicios e instalaciones ajenos a la investigación y explotación de los recursos minerales, un Plan de Gestión de Residuos y un calendario de ejecución y coste estimado de los trabajos de rehabilitación.
Una restauración que se puede producir a través de distintas acciones: mediante una remodelación para suavizar la morfología de un terreno alterado con el objetivo de corregir posibles riesgos naturales y preparar el terreno para una restauración paisajística, ambiental y ecológica; mediante la revegetación con especies autóctonas para tratar de corregir el impacto visual, tratando de recuperar las condiciones medioambientales alteradas a través de la regeneración del sistema en cuanto a estructura y diversidad ambiental; la intervención activa para establecer, en la mayor medida posible, la función ecológica del ecosistema original afectado; o su reutilización a través del acondicionamiento del espacio para nuevos usos sociales y/o económicos.
Integración paisajística
Las actividades extractivas siempre generan un impacto en el paisaje; por lo que su integración en el mismo es fundamental.
A través de la ocultación, la singularización, la mimetización o la naturalización; se puede llevar a cabo una integración paisajística coherente entre los valores paisajísticos preexistentes, los objetivos de calidad paisajística y la actuación.
Recurso cultural y turístico
Existen distritos mineros históricos que ofrecen recursos de gran valor cultural en las estrategias de desarrollo rural sostenible, desde distintos ámbitos sectoriales como la minería, el turismo, la cultura o el medioambiente.
Es el caso de los Paisajes Protegidos de Río Tinto o el Corredor Verde del Guadiamar. O Paisajes de Interés Cultural como las Minas de Rodalquilar, Sierra de Gádor o el Paisaje Salinero de Cabo de Gata; todos en Almería.
En definitiva, paisajes que, tras su transformación por la actividad extractiva y restauración, pueden ser un recurso de identidad del territorio.