Durante siglos el arte ha formado parte de la huella que los hombres han dejado en el lugar que habitan
El LandArt ha sido el protagonista del Agrocafé celebrado en la asociación El Jardinico (Caravaca de la Cruz), en colaboración con la asociación Caralluma. Una jornada que comenzó con un recordatorio a Dietmar Roth, compañero de AlVelAl y promotor de esta jornada. Un apasionado de este arte e impulsor del proyecto AlVelAl 8000: Esculturas con vida; y que esperaba que se pudiera desarrollar un proyecto similar en la finca El Bebior, de la asociación Caralluma, explica Francisco Javier Martínez, socio de AlVelAl y presidente de la asociación que en esta ocasión acoge las jornadas.
Quien ha explicado que el LandArt es arte en la naturaleza, no una escultura llevada a la misma. Es por ello que ha marcado cinco pilares para diferenciarlo de otras expresiones artísticas situadas en el medio natural. La naturaleza como soporte, el paisaje, ya sean montañas, desiertos, playas, ríos o bosques; en el caso de ser natural; o un basurero como paisaje artificial. Los materiales, que siempre son recogidos del mismo entorno de la obra. La efimeridad de la obra, condicionada por factores naturales, climatológicos, etc. La intención del artista, de dejar su huella en el paisaje en ese momento. La simbología de la propia naturaleza, espirales, ondas, círculos, esferas…; formas que están en la naturaleza y que los artistas suelen copiar en el LandArt.
Pilares de LandArt que los participantes han podido ver en diversas obras realizadas en todo el mundo.
La intención de dejar huella.
Carmelo Rubio, artista gráfico y pintor, originario de Topares, ha destacado la intención del ser humano de dejar huella en la naturaleza, desde el Paleolítico; cuando ya se construía en la naturaleza con los recursos que existían en el entorno, dejando huella allí donde se habitaba.
Una intención presente a lo largo de toda la historia, es el caso de Mesopotamia y Egipto, con su percepción de la muerte y lo sagrado; quienes construían con la intención de que fuera eterno. O la civilización musulmana, dejando huella en las paredes con escritos y elementos vinculados a su religión y su idea del más allá, del infinito.
Una conexión histórica muy fuerte que tiene el LandArt aunque la percepción con la naturaleza de entonces es muy diferente a la actual, “Nosotros trabajamos con lo decorativo”, apunta Rubio.
Durante su intervención, Rubio explica su vínculo con el territorio AlVelAl, mostrando obras relacionadas con el mismo. Un territorio al que siempre ha estado vinculado siendo sus estancias “terapéuticas después del trabajo de todo el año”. Unas estancias que ha aprovechado para pintar en este terreno, desde Topares a la Sierra de María. Es un territorio, un paisaje estepario, con un valor muy especial y mi experiencia está muy vinculada con el paisaje “Las encinas, el cereal, las aves, … todo eso siempre me ha gustado.”

“Estos son mis recuerdos que he alimentado con las vueltas al territorio”. Su obra son jeroglíficos de la naturaleza, inspirada en los paseos, en la observación del paisaje; “intentando descifrar cosas o sorprendernos”. “Casi todo es una vista de paisaje, un paisaje abstracto, pero paisaje… en el que si está presente la tierra.”

Paisajes que protagonizan la obra de Carmelo Rubio, desde La Sagra a la Sierra de María. “Son paisajes de estepa con una luz muy especial, unos amaneceres y atardeceres, … Los surcos del labrado, la erosión, etc. Son elementos que, a mí, personalmente, me gustan bastante.”

Pero no sólo paisajes, las plantas del territorio son protagonista y herramienta de su obra; utilizando sus pigmentos; dejando en sus lienzos las huellas que dejan las plantas. Finalizando su presentación con algunas de sus obras que guardaban similitudes con imágenes de paisajes de la asociación AlVelAl.
Una mirada cultural
No siempre teniendo intenciones decorativas, el LandArt, además de la relación entre el artista y la naturaleza, aporta, en ocasiones, un juicio crítico muy necesario, ha destacado Luis González, artista multidisciplinar; quien lo ha definido durante su exposición como una vuelta a la infancia, “a nosotros mismos y hacia nuestro entorno”.
El paisaje no es naturaleza, es una mirada construida por nosotros, “La naturaleza así misma no se entiende como paisaje”, apunta González; quien añade “Es un referente distópico porque acumulamos una serie de delitos medioambientales…, la mirada paisajística tiene que estar ligada al territorio, que refleja una forma de ser”. Y es que, explica, el arte refleja la idiosincrasia del lugar en el que se crea.
González también habla de lo poético, que no lo relaciona sólo con la belleza, “Lo poético puede mostrar dolor”. Y explica que un lugar no es tal hasta que no es narrado verbal o mentalmente, “el arte nos acompaña desde el principio de los tiempos, sin arte no seríamos lo que somos”.
Y muestra a los participantes una nueva corriente que se está moviendo, la ecosofía. “Hay una especie de ecología de la conservación o de protección, pero hay otros que hablan de ecosofía; una pelea entre aquellos que sólo piensan en el dinero y otros que lo que quieren es recuperar el paisaje, el territorio. Lo que implica transmitir una sensibilidad que no sea cursi, sino consistente. Tenemos que aprender a entender y sentir”.
Una expresión de la naturaleza
¿No será la naturaleza la que se expresa a través del hombre?, es una de las principales cuestiones que Paco Carreño, poeta y novelista, plantea en su intervención. Quien apunta que es la naturaleza el artista principal, poniendo el hombre el sentido de la composición.
Hasta qué punto no estamos obligados o somos responsables de manifestar lo que pensamos que es la naturaleza, que no deja de ser una concepción nuestra. Se plantea Carreño, “Esa obsesión con darle voz sólo a la naturaleza y no dejar que intervenga el hombre, tiene que ver con todas las barbaridades que hemos hecho como hombres en la naturaleza… tenemos que recuperar esa responsabilidad y el LandArt es una de las posibles manifestaciones para ello.”
Una propuesta de intervención en la naturaleza en la que los poetas pueden compartir una mirada de la realidad, ya que requiere la observación del territorio donde se va a intervenir y ver los efectos que se producen para destacar lo que ya en la naturaleza, per se, es una maravilla, “La naturaleza es la más sublime expresión poética, el jardín paisajístico”.
La personalidad del arte
Entre los temas puestos sobre la mesa en el debate posterior a las intervenciones de los protagonistas de este Agro-café, los residuos que generamos, tanto en nuestra vida cotidiana como en la producción agrícola, y su uso como elementos para el arte ha sido uno de ellos.
El Mar Menor, también ha sido protagonista de este debate y que su personalidad jurídica puede darle derecho para darle herramientas de defensa frente a lo que ya está hiperintervenido, frente a esta opinión, Carreño ha apuntado que “la naturaleza es sagrada mientras que si se humaniza deja de serlo”. Y apunta a la responsabilidad de cada uno “Cada uno es dueño de su parcela, pero esta está dentro del territorio y el territorio es de todos. El ser humano tiene derecho a intervenir en la naturaleza, pero con cabeza”.
Desde la asociación Caralluma también han explicado el objetivo de la escultura que quieren realizar en El Bebior “Es intentar que la gente vea que la naturaleza es otra cosa y hay otra forma de ver la naturaleza más allá del cultivo. Queremos que sea un espacio emocional que conecte con la naturaleza, que la sientas de otra manera y la protejas también.”